La salida de este día era esperado con cierto respeto: Alberguería, subiendo 700 metros de altitud en apenas 4 kilómetros. Sin palabras, porque una vez que comienzan a subir ya no pueden hablar. Apenas hay coches, pero tampoco descansos. Ahora ni falsos llanos. Aún así,prueba superada
Tras la subida, el café y el descanso. En el bar dejan su señal de paso: una concha firmada por ellos en un mar de conchas que cuelgan de las paredes testimonio del paso de otros cientos. El camino continúa entre prados y pocos árboles, y con frío que amenaza lluvia. Vilar del Barrio, Bobadela, Cima de Vila y Xunqueira de Ambía, cuyo nombre hace referencia a la aparición de la Virgen de la Asunción en un juncal. Sin embargo, el mayor recuerdo es de nuevo el descanso en la puerta del Monasterio de María la Real, donde reponen fuerzas entre sus piedras.
Orense es su próxima cita. Ciudad enorme y ruidosa, pero con puente romano que servirá de guía de salida (Curiosidad: en la oficina de turismo, a la pregunta de cómo salir de Orense se os dará dos alternativa. No os decidais por la fácil).
En las afueras de Orense El Camiño Real, prueba de Santiago. Sin agua, grandes desniveles y en un momento donde las fuerzas físicas y morales pueden faltar. Es ahora, cuando se pone a prueba la unidad del viajero, el compartir el resto de las viandas y el agua como bien preciado.
Por fin, Cea tras diez kilómetros agotadores de ruido y coches. Es en esta localidad pequeña y acogedora donde un alberge de hermosa arquitectura tradicional recibe a nuestros viajeros. Pero es el pan, el pan de Cea combinable hasta con el caramelo de los flanes.
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