En La Gudiña, se reponen de víveres y otros pertrechos que permitan su ruta. La Gudiña rompe el encanto de sosiego que ha transcurrido desde Requejo. La nacional es muy ruidosa (y peligrosa). El descanso les supondrá un descubrimiento: las comidas en el campo de bocadillos que se integran en su sistema corporal en un brevísimo lapso de tiempo. Siempre esperarán a partir de entonces esa magnífica hora de descanso.
Campobecerro, Porto Camba, As Eiras, nombres sin más que cuando se está sito en ellos, cambian en sus mentes por lugares recónditos sin ruidos, sin coches, con fuentes. Es un paisaje de bosques y más bosques que les resulta tan raro.
Tras el café de Campobecerro, entre gallegos que discuten a las cartas y descansan sentados en un sofá de origen incierto, la llegada entre piedras, cuestas, bosques y aldeas que surgen en cualquier esquina, por fin Laza donde les espera descanso ganado con creces
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