sábado, 16 de junio de 2012

101 km Ronda.

Aqui os dejo el relato que nos a enviado nuestro compañero Manuel Jesus Paredes de lo vivido en los 101 Km de Ronda. Desde aqui felicitar de nuevo e nuetros atletas.


  UNA CARRERA QUE DEJA HUELLA. 101 KM DE RONDA




Un año entero con los 101 de Ronda dando vueltas por la cabeza, un año entero intentando buscar compañeros de locura, un año entero de recuerdos, vivencias, sensaciones,...... y llegó el día, el gran día, el día de volver a ponerse al límite.

Este año si, voy acompañado, logré engañar a mi amigo Flores para que probara y se trajo a un compañero, Andrés. Empezaremos los tres, quién sabía hasta donde seguiríamos juntos.

Llegó el día de la prueba y siempre te asaltan las mismas dudas, sobre la preparación, si habrá sido la suficiente, piensas en las pájaras y en dónde te encontrarás con el temido “señor del mazo”. Entre el miedo y la excitación, te das cuenta de que te invaden sentimientos totalmente contrastados, estás en la salida pensando que ya no hay vuelta atrás, me auto-animo, me animan, animo a los demás… me acuerdo de muchas cosas y de mucha gente… porque vienen esos pensamientos?... seguro son los nervios, esas palomitas revoloteando por el estómago y una idea común a todos los participantes “por favor, que empiece ya”.

Como es tradición, antes de la salida de los marchadores, el Teniente coronel de la X bandera del 4º Tercio de la legión española, dice unas palabras motivadoras: “Marchadores…..sois el orgullo de esta prueba,………por el mero hecho de estar hoy aquí dais muestra de vuestra valentía y podéis consideraros caballeros legionarios……..Viva España, Viva el REY, Viva La Legión”. La gente volcada con los vivas reglamentarios, mis compañeros flipando con el momento, yo también, aunque fuese la segunda vez que lo vivía. Entonces, da comienzo la aventura, sales del pueblo como si de un gladiador romano que salta al circo se tratase, te sientes eufórico lleno de vitalidad y a la vez asustado por lo que se avecina.

La carrera es un mar de situaciones contradictorias, momentos de euforia sobre todo cuando te animan y te ves con fuerzas, momentos de soledad de parecer que no hay nadie más en kilómetros y kilómetros a la redonda, momentos de abatimiento cuando te visita detrás de una curva “el señor del mazo”, y como no… MOMENTO de insospechada alegría, regocijo, júbilo, satisfacción…. al cruzar la Meta.



Mis segundos 101, en principio, pensaba que iban a ser más asequibles que el año pasado, sabía a lo que iba, iba mucho más preparado, tenía más experiencia (los 101 del año pasado, Las Breñas Xtrem con 103 Km y La UltraTrail Sierra de los Bandoleros con 146 Km y 10000 metros de desnivel acumulado), pero claro ni yo ni ningún participante creo que había tenido en cuenta el CALOR.

Salimos de Ronda, ya notando el calor y el día que nos esperaba, la salida de Ronda por la ciudad fue espectacular, preciosa. Empezamos a subir las primeras cuestas y buenas sensaciones. En la primera cuesta pasamos a Don Paco, un hombre de unos setenta y algo años con unos pantalones del campo de rayitas, camisa de cuadros, sombrero de paja y dos palos que se aficionó no hace mucho a este tipo de pruebas y no se pierde ninguna, y lo más asombroso, acabándolas todas, también lo encontré en los Bandoleros. Un ejemplo a seguir, esperemos estar la mitad de bien que él cuando lleguemos a sus años.

Seguíamos con buen compás los tres integrantes de la locura, frenándolos de vez en cuando, ya que se embalaban, aconsejándoles que se dejaran ir que había que regular en todo momento, o sino……..se acabaría pronto la prueba.


En el km 30 o así, tuvimos que dejar a Andrés, con molestias en la rodilla consecuencia de una lesión que arrastraba. Lo dejamos a nuestro pesar, pero 70 Km a rastras no era lo normal y acabaríamos los dos igual. Seguimos a buen ritmo, llegando a una de las cuestas más dramáticas. Fue tras pasar Arriate Km treinta y algo, una subida sin fin y sobre las 13-14 horas de la tarde, con una temperatura que rondaba los 30º, criminal. Nada más decir que cada 40 ó 50 metros había algún participante “tirado” literalmente en la cuneta. Y en realidad impresiona bastante, y te preguntas ¿cuándo me tocará a mí? Porque seguro me tocará.

Continuamos bien a un ritmito constante y cómodo, sufriendo mucho por el calor. Recuerdo el año pasado por unos llanos, km 50 y algo (por supuesto sin ninguna sombra) que iba corriendo, y este año empezábamos a correr y te asfixiabas. Decidimos pasarlo andando con la boca como una alpargata. De vez en cuando algún manguerazo de algún camión de bomberos se agradecía. En unas condiciones así, te preguntas ¿qué hago aquí?¿qué fresquito y bueno tenía que estar un Gin Tonic con su limoncito?….pero bueno, ya nos lo tomaríamos para celebrar la aventura. Había que seguir centrado y pasando kilómetros.

Llegando a Setenil de la Bodega, km 60, mi compañero Flores ya le iban flaqueando las fuerzas y empezaba a tener calambres, decide quedarse en el avituallamiento un rato a recuperar y seguir con unos compañeros de profesión. Yo aún me veía bien y decidí seguir. Nos separamos y le dije que en meta nos veríamos, o en meta o en una cuneta. Continué sólo, sin molestias aún y a un buen ritmo, ya mucho más tiempo andando que corriendo, pero había que seguir…….

Empezaba a anochecer, una subida infernal sobre el km 69 y……….me cogió el señor del mazo. Las piernas se me quedaron bloqueadas, ni un paso adelante ni atrás, no podía doblarlas……lo único que pude hacer fue tirarme a la cuneta a intentar moverlas poco a poco. Algunos que pasaban me decían que si quería que llamasen a la organización para que me recogieran, les decía que no, que me levantaría y seguiría, y ellos me respondían que ya le contaría cómo lo hacía. No quiero ni imaginar la cara que tendría que tener en ese momento … Logré levantarme, empecé a caminar lentamente, con malas sensaciones (los pies y tobillos se giraban hacia dentro, supongo que serían los tendones o músculos que me avisaban que la cosa no iba bien) y unos 100 metros más arriba, zasss de nuevo las piernas y otra vez a la cuneta, no sentado, sino tirado. Tirado en una cuneta sin casi poder moverte, sólo, anocheciendo,…. se te pasan muchas cosas por la cabeza: se acabaron los 101 este año, no intento siquiera levantarme y que me recojan los legías en su camión, quién me manda venir,……en estos momentos es donde hay que buscar el espíritu de superación, sacar fuerzas de donde ya no las hay e intentar seguir…...Y en un momento dado, un compañero cientounero me levantó y me dio ánimos para llegar al siguiente avituallamiento. Una vez allí parece que me recuperé algo y continué hacia el cuartel de la legión (km78).

En el km 73-75, cuál fue mi sorpresa, cuando me alcanzó Flores, la alegría fue mutua, ya no quedaban km en soledad, ya intentaríamos llegar los dos juntos.

Alcanzamos el cuartel de la legión, el avituallamiento con comida caliente, ¡qué alegría! Caldito del puchero calentito, y la imagen que nunca olvidaré, mi compañero Flores un poco mejor que muerto, intentando comer un filete empanado que nos daban, lo cogía y no llegaba a la boca con el filete, se le caía,….valiente imagen y más conociendo lo que come el bicho. Le insistí en que comiera todo lo que pudiera para recuperar algo de fuerzas, estuvimos allí un buen rato y cuando nos vimos mejor decidimos continuar. Durante todo el tiempo que estuvimos allí intentó convencerme que nos quedáramos, que no siguiéramos y que nos volviéramos a Ronda en los camiones de los legionarios, quedaban 22 Km bastante duros. Pero en mi cabeza no estaba ni siquiera planteada esa opción de abandonar, estuvo algunos km atrás, pero en ese momento, después de lo pasado y llegado al km 78, no nos podíamos quedar allí, había que seguir hasta Ronda.

Y así fue, salimos del cuartel a por la temida subida a la Ermita, durísima, pero se subió, cuando logras levantar la cabeza, puedes observar infinidad de estrellas en la oscuridad de la noche. Preciosa estampa.

Poco a poco se acercaba el final, los km pasaban lentos, Flores preguntando constantemente por la Cuesta del Cachondeo, famosa también por la dureza, yo le decía que quedaba, pero que cuando estuviéramos en ella, se daría cuenta. Esa cuesta no tiene confusión.

Una vez bajada la subida a la Ermita, el recorrido hace cruzarte con los cientouneros que van dirección a la Ermita. Flores y yo nos miramos y compadecemos de los que les espera. No nos cambiábamos por ellos ni de coña……….sobre todo al recordar la subida.
Llegó la imagen esperada, el Tajo de Ronda iluminado en la noche, la meta estaba a un último esfuerzo. De nuevo una imagen para recordar. Una vez visto el Tajo, tan cerca, parece que te vuelven algunas fuerzas que hacía ya tiempo que habían desaparecido. Unas fuerzas que aparecen en el mejor momento, al empezar la famosa Cuesta del Cachondeo, le digo a mi compañero de fatiga, que allí la tenía, que ésta era la cuesta que llevaba preguntando 20 km, que se pusiera el machete en los dientes y apretara para arriba, que estábamos en la meta.








Y así fue, terminando la Cuesta del Cachondeo, en la que tampoco nos reímos tanto, empezó Ronda, carretera asfaltada, sin piedras, que alivio para los pies. Cada vez, el ansiado “ladrillo” estaba más cerca.

Cruzamos el Tajo y nos acercábamos al parque donde nos recibían como héroes de guerra. No podía ser de otra forma, había que entrar corriendo, a lo grande. Y sacamos las últimas fuerzas y empezamos a correr los últimos 200 metros.

La esperada meta desde hacía muchas horas, ya estaba allí, no terminábamos de creerlo. Y por supuesto, como es tradición, el “ladrillo” que te pone un legionario al llegar. El abrazo por conseguir algo difícil, por haberlo superado……y llegó el MOMENTO, como comentaba al comienzo, de insospechada alegría, regocijo, júbilo, satisfacción…. al cruzar la Meta.

Nos llevaremos días y días con la mente recordando y sobre contando a familiares y amigos, todos esos momentos vividos, deseando volver a repetir la experiencia. YA podemos considerarnos Ultrafondistas de pleno derecho.









1 comentario:

Anónimo dijo...

Pedazo de crónica!! Me he emocionado al leerla. Una vez más enhorabuena!